sábado, 27 de agosto de 2011

Aburrida introspección


No tengo remedio, cada historia que comienzo adolece de los mismos fallos... los personajes piensan mucho, y eso no es lo malo. Lo malo es que insisten en contarles todo lo que piensan al lector. Es mi principal defecto, al que yo llamo la

ABURRIDA INTROSPECCION

Los pensamientos de los demás son un coñazo. Por lo general no nos interesan lo más mínimo y, además, no suelen decirnos nada nuevo. Si en nuestro día a día huímos como de la peste de las personas plomo que insisten en contarnos su vida y sus problemas, ¿por qué no íbamos a hacer lo mismo con las personas que actúan igual en los libros? ¿Por qué piensan, algunos escritores, que sus personajes tendrán mayor aceptación que ellos mismos cuando les dan la brasa a los parroquianos en un bar?

Los pensamientos nos aburren, lo que queremos leer de verdad es acción. Que las cosas pasen, que afecten a los personajes y que reaccionen ante ellas. No nos interesa saber lo que opinan o cómo se van a enfrentar a sus problemas, y nos saltaremos la parte la que empieza diciendo “en aquel momento comencé a sentir que...”.

¿Por qué nos aburren tanto esas introspecciones? No sucede siempre, por supuesto, sólo en aquellos casos en los que el autor no sabe captar el interés de su público previamente. Tampoco cuando las palabras están tan bien escritas que nos da igual lo que cuenten. Sólo nos aburre la mediocridad, tan habitual como menospreciada. 

Para el común de los mortales, para los que no somos genios escribiendo, el problema radica en que nos creemos superiores y, obviamente, no lo somos. Mis pensamientos, es decir, los pensamientos de mis personajes, no son interesantes porque yo no soy una persona interesante. Sin embargo sí puedo ser una persona creativa, y por lo tanto, puedo imaginar historias que tengan un cierto atractivo.

Ahí es donde puedo conseguir que el lector se sienta interesado en mi obra. Mientras me pierda en los pensamientos ajenos sólo interesaré a aquellos interesados en mis propios pensamientos, es decir, yo, a veces mi pareja, y algún amigo condescendiente.

Al resto me los ganaré con mi inventiva.

Creo.

¿Cómo afecta este razonamiento a la historia de Devan? Tendré que revisar sus intervenciones para acortarlas,o al menos silenciarlas un poco, y eso complica la idea de subir a un blog una historia ya de por sí complicada de compartir en este formato. Confío en no demorar demasiado la siguiente entrada. Si eres de los implicados en la historia ya sabes: no me dejes perder el tiempo.

Y date a conocer.

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