jueves, 2 de junio de 2011

Los que se resisten a morir (el resto de la primera entrada)

Antes de continuar, quiero hacerte un par de aclaraciones:


* Editaré las entradas con todos los cambios, sugerencias y correcciones que me hacen ver, que me señalas o que se me van ocurriendo. Este estilo es nuevo para mí y, además, mi intención es colgar los textos según los escriba, por lo que necesitarán correcciones y surgirán inconsistencias. Respira hondo y sé paciente. Te lo agradeceremos tu corazón y yo.


* La historia no "va de vampiros", pero sí aparecen en ella, junto a otra serie de personajes no muy bien definidos que... Bueno, ya te los presentaré. En general son buena gente. 


Gracias por leerme. Espero no decepcionarte. También espero no decepcionar a Devan, pero creo que eso es inevitable, porque es algo egocéntrico y todo el mundo le sabe a poco. 


Pero te caerá bien, ya lo verás. 




Devan escuchó en silencio, obediente y concentrado. Decía “ahá” de vez en cuando, asintiendo con un ligero movimiento de cabeza. La verdad era que no estaba escuchando ni una palabra. En vez de prestar atención, su mente se había marchado de nuevo de viaje, dejándole con una lista de recomendaciones y cosas para hacer mientras no estuviera presente. Una de ellas era la inevitable, importantísima y cruda

LISTA DE CAUSAS QUE TE HAN PROVOCADO CANCER
Antes o después tendría que ponerse con ella, y ese era un momento tan bueno como cualquier otro. Abrió mentalmente su cuaderno de notas, y escribió:

1.El estrés.
No es que fuera la causa más importante, pero era una de las más modernas. La vida en la ciudad, sus años como estudiante a base de café y anfetaminas, el trabajo agobiante con la sensación de estar compitiendo siempre con sus compañeros, y por supuesto, los nervios y la agitación que suponen seis meses de pruebas, diagnósticos, y malas noticias. Si seis meses atrás no tenía un tumor enorme de células reproduciéndose como conejos en su cerebro, sin duda se lo había provocado el miedo atroz a tener uno, el miedo con el que se levantaba, se acostaba, con el que comía, soñaba y se distraía. Desde la primera vez que alguien con una bata blanca pronunció la palabra “cáncer” como diagnóstico refiriéndose a él, no había dormido tranquilo.  

2.La contaminación.
¡Esa era una razón cojonudamente buena! La contaminación no sólo nos ofrece un culpable, sino que además es un culpable contra el que no podemos hacer nada. ¿Antenas de telefonía? ¿Aditivos en la gasolina? ¿Pesticidas? ¿Quién es responsable de todo eso? ¿A quién podemos culpar, gritar, o insultar? Como su mente se encontraba ausente no tuvo más remedio que tirar de tópicos: los de arriba, los de siempre, el poder en las sombras, los que manejan el cotarro y Aquel que no puede ser nombrado. Cualquiera vale. Mala suerte, Devan, la excusa es buena pero ofrece poca retribución.

3.Ignorar las recomendaciones de salud.
El tabaco, el alcohol, la mala alimentación, el exceso de grasas, el no haberte cuidado, el “ya te lo advertí”. Ese era el saco en el que se guardaban las peores de las causas, las que se habían podido evitar, a las que nunca había prestado atención porque eran cosas que les pasaban a los demás, no a él. Había tantas que no se podría vivir con normalidad haciendo caso a todas ellas. Podía no haber fumado tanto, y haber hecho más ejercicio, y no haber abusado de las grasas saturadas, y no haberse mantenido delgado a base de café y nervios, y no haberse emborrachado, y mil cosas más. Pero claro, si no hubiera hecho nada de todo eso tampoco se habría convertido en el hombre que era, de quien por cierto estaba muy orgulloso. Y nadie le habría garantizado un resultado diferente. Casi prefería quedarse como estaba.

Ahí terminó la lista. No porque no se le ocurrieran más razones, sino porque, en ese momento, el médico le estaba sujetando la cabeza con las dos manos mientras le miraba con cara de preocupación.


— ¿Te encuentras bien? —preguntó.

—Disculpe, doctor, no le estaba prestando atención. ¿Podría repetir lo último que me ha dicho? —respondió Devan.

El médico, que tampoco era un desalmado sin escrúpulos, asintió con resignación y comprensión, y volvió a empezar desde el principio. Devan tenía un cáncer. Se encontraba muy extendido y era inoperable. Los dolores de cabeza y los mareos los producía el tumor. El tratamiento únicamente serviría para contenerlo. Si no se frenaba su avance, le quedaban unos seis meses. Si el tratamiento funcionaba quién sabe, quizá un año o incluso dos.

Devan escuchó con atención, porque su mente poco a poco había vuelto a  tomar el control de sus pensamientos. El médico solucionó todas sus dudas, que básicamente se redujeron a una sola:

— ¿Y ahora qué debo hacer?

Porque después de recibir la noticia se había bloqueado, como todo el mundo, y no sabía ni qué pensar, ni qué preguntas hacer. No tenía familiares a los que avisar. Era un soltero de mediana edad, hijo único, cuyos padres habían fallecido hacía años, que trabajaba en una ciudad diferente a aquella que le había visto crecer.

Se sintió completamente solo.

Abandonó la consulta bloqueado, pero no sin dedicar antes una última miradita a la enfermera. Porque podía estar muriendo, pero aún se encontraba vivo, y además tenía sus dudas sobre si esa chica estaba allí por razones médicas o para  ayudar a los pacientes masculinos a sobrellevar mejor las malas noticias.

“Qué injusto es el mundo”, pensó. “Si yo fuera gay, en vez de repasar a la enfermera me habría tenido que conformar con ese… con ese...” Y se echó a reír mientras salía a la calle, ante la mirada extrañada de la gente con la que se cruzaba. Realmente el médico sí se daba un aire a Pajares.



* edit: Cambiaré la mención a Pajares, porque me dicen que suena muy casposo. Coño, es cierto, no me pareció una broma tan paleta cuando la escribí... y ahora me siento viejo y vulgar. La próxima cita cinéfila será de una película seria y de buena reputación, de Wim Wenders o Ronald Emmerich.


* he quitado una frase en la que me metía con el fútbol. ¡ya está, ya está, dejad de pegarme!


* ¡quiero quitar la referencia a Pajares, en serio! Pero no se me ocurre cómo...



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